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De tendencia generalmente progresista y cercana al Partido Demócrata, la industria tecnológica de EE.UU. ha apostado por distintas estrategias en su relación con el presidente Donald Trump, que van desde el enfrentamiento directo adoptado por Amazon a las sutiles lisonjas de Apple.
Durante la campaña presidencial de 2016, firmas como Alphabet (matriz de Google), Facebook y Microsoft, además de las dos ya citadas, no dudaron en posicionarse abiertamente a favor de la candidata demócrata, Hillary Clinton, tanto con cuantiosas donaciones como con incluso declaraciones públicas por parte de ejecutivos destacados.
Uno de los casos más sonados fue el del consejero delegado de Apple, Tim Cook, que recibió duras críticas de Trump durante la campaña por no fabricar sus teléfonos iPhone en EE.UU. y llegó a organizar un evento de recaudación de fondos para Clinton en California a razón de 50.000 dólares por persona.
Sin embargo, apenas unos meses después, todas estas compañías se hallaban en un escenario con el que muy pocos contaban y con el que han tenido que lidiar durante los últimos tres años: Donald Trump, el candidato presidencial que más rechazo ha generado en Silicon Valley en los últimos años, había llegado a la Casa Blanca.
Y a partir de entonces, la aparente unidad que hasta la fecha habían mantenido las grandes tecnológicas desapareció por completo y cada una adoptó la estrategia que consideró más favorable a sus intereses, caminos muy diversos que nunca habían resultado tan evidentes como en este 2019.
En el caso de Amazon, la empresa de Seattle y su fundador y consejero delegado, Jeff Bezos -que también es propietario del diario The Washington Post, muy crítico con el presidente-, optaron por la guerra total, y se han pasado los últimos tres años intercambiando reproches con la Casa Blanca.
Bezos propuso en tono de broma enviar a Trump al espacio en uno de los cohetes de su compañía Blue Origin y acusó al presidente de “erosionar la democracia” en EE.UU., mientras que el mandatario ha hablado públicamente de su intención de “joder” a Amazon y a Bezos.
Pero más allá de las palabras, el enfrentamiento abierto entre ambos hombres podría haber tenido gigantescas implicaciones para el negocio de Amazon este 2019 si, tal y como asegura la compañía, el presidente presionó para que no fuese la receptora de un contrato multimillonario del Departamento de Defensa.
El contrato, llamado Empresa de Infraestructura Conjunta de Defensa (JEDI, en inglés), está valorado en 10.000 millones de dólares y tiene como objetivo sustituir los sistemas de almacenaje propio por los de datos en la nube de gigantes tecnológicos, lo que permite acceder a la última tecnología y a servidores masivos.
En octubre, el Pentágono sorprendió con su decisión de adjudicarlo a Microsoft, puesto que durante meses Amazon había sido vista como la empresa favorita para recibirlo y su segmento de negocio de computación en la nube, Amazon Web Services (AWS) es el líder destacado del sector.
La firma de Bezos ha prometido luchar el caso en los tribunales y ya ha presentado una queja formal ante la Justicia, en la que acusa directamente al presidente de haber interferido en una decisión que puede tener consecuencias de gran alcance para el futuro de la compañía.
En el extremo opuesto de la guerra total de Amazon se halla Apple, que pese a unos inicios difíciles con el político republicano -especialmente durante la campaña y el evento de recaudación de fondos para Clinton mencionado anteriormente-, decidió dar un giro de 180 grados una vez este llegó a la Presidencia.
Durante la campaña, Trump hizo de la política comercial uno de sus principales caballos de batalla, y Apple, que sigue logrando la mayoría de sus ingresos con el hardware y depende mucho tanto de las importaciones como de las exportaciones, sabía que se jugaba mucho en este terreno, por lo que la animadversión inicial al presidente se convirtió en sutiles y muy calculadas lisonjas.
Tim Cook es uno de los ejecutivos tecnológicos que más visita la Casa Blanca, se ha ganado la confianza de Trump, ha evitado en todo momento las críticas directas, ha destacado una y otra vez la “enorme” contribución que Apple hace a la economía de EE.UU. y ha anunciado pequeñas inversiones domésticas que el presidente ha presentado como logros ante la opinión pública.
Su estrategia ha logrado el resultado deseado: los productos de Apple, que siguen fabricándose en su gran mayoría fuera de EE.UU. y especialmente en China, han logrado exenciones a las tarifas sobre importaciones impuestas por el Gobierno.
A medio camino entre Amazon y Apple se hallan el resto de grandes tecnológicas como Microsoft, Alphabet y Facebook, que estos años han tenido que calibrar muy detalladamente cada uno de sus pasos y ponderar sus posicionamientos ideológicos con los intereses de las compañías. EFE