El papa preocupado por las consecuencias de las tensiones entre Irán y EE.UU

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El papa se refirió a ello este jueves durante el tradicional encuentro de principios de año con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y que sirve para hacer una balance del año anterior y denunciar los conflictos y desigualdades en el mundo.

Para Francisco estas tensiones están “poniendo en riesgo ante todo el lento proceso de reconstrucción de Irak” y denunció que pueden “crear las bases de un conflicto a mayor escala que todos desearíamos poder evitar”.

Ante ello, renovó su llamamiento para que todas las partes interesadas “eviten el aumento de la confrontación y mantengan encendida la llama del diálogo y del autocontrol, en el pleno respeto de la legalidad internacional”.

Ante los embajadores de los 183 países con los que el Vaticano mantiene relaciones, Francisco afirmó que “desgraciadamente, el Año Nuevo no parece estar marcado por signos alentadores, sino por una intensificación de las tensiones y la violencia”.

Comenzó su discurso recordando el tema de los abusos a menores por parte de miembros del clero, que calificó de “delitos gravísimos” y de “crímenes que ofenden a Dios, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas y lesionan la vida de comunidades enteras”.

Y reiteró que tras el encuentro de la jerarquía de la Iglesia católica en el Vaticano el pasado mes de febrero, “la Santa Sede renueva su compromiso para que se investiguen los abusos cometidos y se asegure la protección de los menores” y se afronten tanto “en el ámbito del derecho canónico” como “a través de la colaboración con las autoridades civiles, a nivel local e internacional”.

Francisco también se ocupó en su largo discurso de la necesidad de “reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones” y puso el ejemplo del compromiso de muchos jóvenes con la cuestión del cambio climático.

Y lamentó que “la urgencia de esta conversión ecológica parece no ser acogida por la política internacional”.

Francisco se mostró preocupado por la multiplicación de las crisis políticas en países de Latinoamérica y afirmó que, aun cuando tienen raíces diferentes, tienen en común profundas desigualdades, injusticias y la corrupción endémica.

El papa hizo un llamamiento a los líderes políticos de estos países para que “se esfuercen por restablecer con urgencia una cultura del diálogo” y refuercen “las instituciones democráticas y promuevan el respeto del estado de derecho, con el fin de prevenir las desviaciones antidemocráticas, populistas y extremistas”.

El pontífice recordó además “la urgencia de que la comunidad internacional entera, con valentía y sinceridad, y en el respeto del derecho internacional, confirme de nuevo su compromiso de sostener el proceso de paz israelí-palestino”.

Denunció lo que calificó como “el manto de silencio que intenta cubrir la guerra que ha destruido Siria durante este decenio”

También mencionó el conflicto en Yemen y el sufrimiento de su población y consideró “necesario recordar que en el mundo hay varios miles de personas, con legítimas peticiones de asilo y necesidades humanitarias y de protección probada, que no son identificadas adecuadamente”.

“Muchas arriesgan su vida en viajes peligrosos por tierra y sobre todo por mar. Se continúa constatando con dolor que el mar Mediterráneo sigue siendo un gran cementerio” y ante ello señaló que “cada vez más urgente que todos los Estados se hagan cargo de la responsabilidad de encontrar soluciones duraderas”.

Reiteró el mensaje que lanzó durante su visita a Japón en el que un mundo “sin armas nucleares es posible y necesario” y que “es preciso que quienes tienen responsabilidades políticas tomen plena conciencia de esto”.

Concluyó haciendo referencia a que este año es el quinto centenario de la muerte de Rafael Sanzio y subrayó que el pintor dedicó numerosos cuadros a la Virgen María.

Este detalle le llevó a dirigir un recuerdo particular a todas las mujeres, 25 años después de la IV Conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre la mujer, que se celebró en Pekín en 1995, y deseó que “en todo el mundo se reconozca siempre más el precioso papel de las mujeres en la sociedad y cese cualquier forma de injusticia, desigualdad y violencia contra ellas”.