El coordinador humanitario de la ONU pide que Haití ‘no caiga en el olvido’

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Si proyectamos esas cifras a marzo de 2020, estaríamos hablando 4,1 millones de personas, en un país de poco más de 11 millones, en situación de inseguridad alimentaria. Y de esas, habría 1,2 millones en fase 4, o nivel de emergencia.

P: ¿Cuáles son los mayores problemas del sistema de salud?

R: Los hospitales y los centros de atención médica se han visto particularmente afectados por la situación actual. Me parece innegable. Hay doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras con dificultad para desplazarse en los centros urbanos por las barricadas y la inseguridad asociada. Hay problemas derivados de la escasez de gasolina, que es indispensable para el funcionamiento de generadores que suministran electricidad a los centros médicos. También problema de abastecimiento de agua y de aprovisionamiento de otros bienes básicos para la asistencia médica, como el oxígeno de bombonas y otro tipo de materiales, que no había la capacidad de reaprovisionar los ‘stocks’.

Qué se ha hecho, hay un sistema de coordinación de urgencia que se ha establecido para coordinar la ayuda en el sector salud, y se está trabajando de forma muy estrecha con el sector logístico para ofrecer abastecimiento regular, a través de medios terrestres, marítimos.

En el tema de salud, hay dos poblaciones que están sufriendo especialmente: son mujeres embarazadas y mujeres en general.

¿Por qué embarazadas? En Haití hay mensualmente 25.000 nuevos nacimientos de media. Desgraciadamente, entramos en la novena semana de paralización o semiparalización, porque ha habido semanas más duras que otras, el número de mujeres que dan a luz fuera de centros médicos y sin asistencia de personal médico cualificado, desgraciadamente no ha dejado de aumentar. En la medida que las mujeres dan a luz fuera de los centros hospitalarios -la media son 3.700 casos de complicaciones- se pone en riesgo la salud de la mujer y de los recién nacidos o fetos.

También hay que resaltar la vulnerabilidad de las mujeres, de media una de cada tres sufre violencia y una de cada ocho, violencia sexual. Si tenemos los problemas de movimiento, de abastecimiento, de asbentismo y funcionamiento de los servicios básicos, eso significa básicamente que el sistema nacional de protección para estas mujeres, tanto desde el punto de vista legal como psicológico, se encuentra también comprometido severamente.

P: ¿Qué es lo que más le preocupa como coordinador humanitario?

R: Lo que más nos preocupa es fundamentalmente que la crisis se prolongue en este momento, la incapacidad del Estado de funcionar regularmente, más la incapacidad de los actores humanitarios de suplementar o de ayudar al Estado en la prestación de servicios básicos perdure en el tiempo, porque evidentemente, ahora se está redimensionando la asistencia humanitaria. Y nos veremos obligados a redimensionarla permanentemente en la medida que la crisis se agudice.

Por ejemplo, si en el caso de la seguridad alimentaria, el Programa Mundial de Alimentos prestaba ayuda a 500.000 personas de forma mensual, a través de diversos programas, la idea ahora es cómo podemos escalar las intervenciones para asegurarnos que eventualmente, en lugar de llegar a medio millón de personas, se pueden llegar a 1,2 millones de personas.

Eso requiere más recursos, requiere que la comunidad de donantes esté a la escucha y pueda aportar ese apoyo a la comunidad humanitaria y requiere que o bien la crisis entre en una fase mucho más controlada, donde los problemas de acceso sean eliminados o se vayan difuminando poco a poco, o si no, además de la asistencia sectorial (alimentaria, salud, educación) haría falta que la comunidad humanitaria tenga una mayor capacidad logística para paliar los problemas de acceso. Con problemas de acceso no se puede prestar la ayuda humanitaria. Y esto es ahora mismo el principal cuello de botella que tenemos.

P: ¿Cómo está respondiendo la comunidad internacional?

R: Desgraciadamente en este momento hay bastantes crisis humanitarias y políticas que quizá están absorbiendo mucha atención por parte de los medios de comunicación. El último plan de ayuda humanitaria para Haití se financió en apenas un 30 %. Hacemos un llamado para que Haití no caiga en el olvido y que la mirada de la comunidad internacional siga centrada en Haití en la medida en la que Haití tenga grandes desafíos a los que responder.