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El asesino y violador de la estudiante sudafricana Uyinene Mrwetyana, cuya muerte generó una ola de protestas multitudinarias contra la violencia machista que obligaron al Gobierno a anunciar medidas para hacer frente a esa lacra, fue condenado hoy a tres penas de cadena perpetua.
Luyanda Botha se había declarado previamente culpable de los cargos que se le imputaban ante el Tribunal Superior de la provincia del Cabo Occidental, en Ciudad del Cabo (suroeste del país).
En total, el castigo fue de tres cadenas perpetuas y otra pena más de cinco años de prisión por delitos de violación, asesinato y obstrucción a la Justicia.
A modo de reconocimiento de los hechos, Botha, un exempleado de correos de 42 años, presentó ante el tribunal por escrito un escalofriante relato completo de cómo se produjo el crimen, el 24 de agosto pasado.
Botha llamó a Mrwetyana -una estudiante de la Universidad del Cabo de 19 años- para que acudiera a su oficina a recoger un paquete, cuando estaba él solo como encargado y con la intención expresa de violarla.
“La fallecida se resistió mientras la violaba. Se las arregló para huir hacia la puerta, pero la alcancé y la tiré al suelo”, según el texto presentado por los abogados de Botha y publicado hoy por el diario “Times”.
El asesinato y la violación fueron brutalmente violentos y, aunque el culpable fue arrestado con rapidez, el suceso desató una profunda oleada de indignación en un país con altos niveles de violencia contra las mujeres.
Fue precisamente el sector femenino de la sociedad el que tomó la iniciativa para que la muerte de Mrwetyana no fuese una más y asociaciones de todo tipo organizaron multitudinarias protestas a finales de agosto y comienzos de septiembre.
Con eslóganes como “Mi cuerpo no es tu escena del crimen” o “Soy yo la próxima”, las sudafricanas exigieron medidas desde las universidades, ante el Parlamento sudafricano, a las puertas de la edición 2019 del Foro Económico Mundial para África que se reunió en Ciudad del Cabo o frente a la Bolsa de Johannesburgo.
Su clamor logró un compromiso público por parte del presidente del país, Cyril Ramaphosa, para endurecer las penas, aumentar los fondos para combatir la violencia de género y admitir que el problema tiene dimensiones de “crisis” nacional.
Según datos de la Policía, en Sudáfrica se denuncian diariamente unas 114 violaciones, lo que supone tasas récord en el mundo.
Además, se estima que casi ocho mujeres fallecen de media cada día por motivos violentos, si bien estos datos no distinguen específicamente las muertes por violencia machista e incluyen también a las víctimas de la delincuencia en general, un problema también muy extendido en el país.