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La Navidad en Tierra Santa no escapa al laberinto de complejidades que caracteriza al pasado y presente de la región, y ofrece una amplia gama de historias, tradiciones y peculiaridades, que, con perfil bajo, se suceden año a año mientras todas las cámaras se posan sobre Belén, Jerusalén o Nazaret.
Una de ellas es la de Melia, un pueblo árabe cristiano en la Galilea situado a menos de diez kilómetros de Líbano y que alberga mucho más que a sus escasos 3.000 habitantes.
Caminar por sus estrechas callejuelas resulta una travesía a lo profundo de la historia cristiana de Oriente Medio.
Monumentos del período bizantino, ruinas de un castillo y de un lagar de la época de las Cruzadas y una iglesia de mediados del siglo XIX, prácticamente intacta y con múltiples inscripciones en árabe, se complementan con un imponente árbol navideño en la plaza del pueblo que, junto a la vecina comunidad de Fasuta, son los únicos de Israel cuya población es enteramente cristiana.
Los habitantes de Melia no solo son todos cristianos, sino que son griegos-católicos, pertenecientes a la iglesia melquita, que sigue la tradición litúrgica bizantina, depende del papa de Roma y está presidida por el patriarca de Antioquía de los melquitas, cuya sede se encuentra en Damasco (Siria), aunque además lleva los títulos de Jerusalén y Alejandría.
“Es muy importante para la gente de aquí permanecer aquí y que los ciudadanos sean solo de aquí”, explica a Efe Hatem Arraf, alcalde de la localidad, que agrega que esto no se debe a factores religiosos sino comunitarios y reconoce que, para poder mantener esta tradición, gente de otras religiones o incluso otras ramas del cristianismo no tienen permitido comprar o alquilar tierras o propiedades en el pueblo.
Arraf insiste, sin embargo, en que la población, mayormente laica, se caracteriza por ser abierta y se enorgullece de albergar a judíos, musulmanes, drusos y cristianos de otras corrientes entre las cerca de 15.000 personas que asisten año a año sus celebraciones navideñas, que se extienden hasta el 8 de enero para incluir a las familias de las tres mujeres de Melia que se casaron con cristianos ortodoxos, aunque ya no vivan allí.
En esta ocasión, el pueblo repitió su ya tradicional -y única en Tierra Santa- maratón navideña, donde familias enteras vestidas de rojo y blanco reciben en la meta a miles de corredores que llegan de distintas partes del país.
Otra de las tradiciones es el característico mercado de artesanía donde, además de exposiciones de arte, talleres gastronómicos y espectáculos musicales, los productores locales ofrecen sus vinos, aceites y su famoso arak, un aguardiente de uva tradicional en varios países de Oriente Medio.
“La misa de Navidad es muy especial porque no solo es para los habitantes del pueblo, sino también para los jóvenes de Melia que viven y estudian en otras partes del país y vienen a pasar las fiestas con sus familias y fortalecer sus lazos con sus seres queridos y su comunidad”, explica el padre Ibrahim Shoufani, cura del pueblo, a Efe dentro de su pequeña pero pintoresca iglesia, que recibe más de 300 personas cada domingo por la mañana.
Shoufani, que enfatiza la “libertad de culto absoluta” que los cristianos tienen en Israel, lamenta, sin embargo, que no tengan la posibilidad de celebrar con los familiares que aún tienen en Siria y Líbano.
“Rezamos para que haya paz en Oriente Medio, para todos los países”, expresa y agrega, sobre la situación de los cristianos en la región, que cree que la persecución por parte de grupos radicales como el Estado Islámico se está acabando y espera que “los cristianos puedan retornar a sus países”.
Según la Oficina Central de Estadística de Israel, en el país viven actualmente 177.000 cristianos, que representan cerca del 2% de la población nacional. Más del 75% de ellos son árabes cristianos, y la gran mayoría vive en el norte del país.