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La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EE.UU. anunció este jueves que aceptó una invitación de Irán para participar en su investigación sobre el siniestro del avión ucraniano, en medio del debate sobre si fue un misil iraní el que causó el derribo de la aeronave.
La junta, una agencia independiente del Gobierno estadounidense que se dedica a investigar accidentes aéreos, informó en un comunicado de que la Organización de Aviación Civil de Irán le ha avisado de que está autorizada a formar parte de la pesquisa sobre la aeronave estrellada cerca de Teherán con 176 personas a bordo.
“La NTSB (sigla en inglés de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EE.UU.) ha nombrado a un representante acreditado para la investigación del siniestro”, indica el comunicado.
Dado que el avión era un Boeing 737-800, fabricado en Estados Unidos, la normativa internacional permite que Washington participe en la investigación sobre el accidente.
Sin embargo, no está claro cuánta capacidad de acción tendrá el representante de la NTSB, dado que las sanciones estadounidenses complican la cooperación con Irán, con el que EE.UU. tampoco tiene relaciones diplomáticas.
El anuncio llegó horas después de que fuentes de inteligencia estadounidenses aseguraran a varios medios que tienen indicios de que ese avión, el vuelo 752 de Ukranian International Airlines (UIA), pudo ser derribado accidentalmente por Irán con un misil.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, confirmó luego que su Gobierno tiene “pruebas” de que la aeronave “fue derribada por un misil tierra-aire iraní”, aunque dijo que pudo ser por error.
El accidente se produjo poco después de que la República Islámica lanzara más de una decena de misiles balísticos contra dos bases militares en Irak empleadas por las fuerzas de EE.UU., en represalia por el asesinato el pasado 3 de enero del poderoso general iraní Qasem Soleimaní en una operación militar en Bagdad.
Sin embargo, las autoridades iraníes han negado la hipótesis de un derribo accidental con un misil y la han enmarcado en una supuesta “guerra psicológica contra Teherán”.
“Irán acoge con beneplácito la presencia de expertos de los países cuyos ciudadanos han muerto en el trágico accidente y solicita al primer ministro canadiense y a cualquier otro gobierno con información sobre este tema que brinde la información al comité que investiga el accidente”, dijo el portavoz de Exteriores iraní, Abas Musaví.
Al menos 63 canadienses, en su mayoría de origen iraní, viajaban en el avión que cubría la línea Teherán-Kiev y que se estrelló al poco de despegar del aeropuerto internacional Imán Jomeiní, causando la muerte de sus 176 ocupantes.
La NTSB subrayó en su comunicado que no “especulará sobre la causa del siniestro”, y aclaró que aún está por determinar “su grado de participación” en la investigación.